Crónica por Guanajuato
¡Viva México!
El pasado viernes el Zócalo de
Ciudad de México así como las plazas de las delegaciones y ciudades del
país estaban a rebosar. Preferimos no sentir tanta multitud en la
capital y no asistimos a los conciertos gratuitos ni al famoso “Grito” que a
las 11 de la noche el presidente de la república lanzó conmemorando la
independencia (ningún mexicano nos ha hablado bien de Peña
Nieto, el hazme reír de muchos).
La historia de la Independencia Mexicana hace 207 años la hemos leído visitando museos en
diferentes ciudades del centro de México, donde se cuajó. México tiene
varios “Insurgentes” además de Hidalgo: Allende, Guerrero, Morelos. Estados y pueblos de México llevan sus nombres. Incluso una mujer, Josefa
Ortiz, la conspiradora de Querétaro. No faltan murales enormes relatando esa
lucha.
Hemos estado recorriendo país con
todos estos personajes sobre todo desde Guanajuato, un estado densamente
poblado, estratégicamente situado en el centro de México, con ricas tierras
agrícolas, en pleno corredor industrial (pasamos la inmensa fábrica automotriz
de la General Motors y las fábricas de calzado de León), minería, no faltan
riquezas. Tierra de Diego Rivera, Vicente Fox, entre otros.
Guanajuato, la capital, es una
ciudad diferente, rodeada de cerros mineros, con barrios y callejones colgados
por las laderas, una ciudad perforada por antiguos túneles que hoy son usados
por tráfico y peatones.
La ciudad surgió en la época virreinal y dicen que aquí
se sacaba la cuarta parte de la plata mundial! Aún quedan algunas minas en uso
por la sierra cercana.
En agosto, plenas vacaciones
escolares en México, las calles centrales de Guanajuato estaban llenas. Es muy
visitada, debido a su ubicación central, sus atractivos monumentales (aunque
poco quedó antiguo tras una terrible inundación en el siglo pasado), clima
seco, ambiente festivo, actividades culturales y muchas iglesias (a
todas les falta una de las torres).
Nos quedamos con Lucy, una
estudiante que como muchos se mudan a esta ciudad por su fama universitaria.
Por
las calles del centro, se ven decenas de tunos ofreciendo “estudiantinas” o
“callejoneadas”: armar un grupo que desfila por las calles cantando y por 100
Pesos (5 €) vas detrás acompañando a los tunos, como una serenata rodante que
tiene gran éxito entre visitantes mexicanos.
“Para ver gente, vengan en
octubre para El Cervantino”. Dicen es uno de los mayores festivales
internacionales de teatro de América Latina. Todo comenzó con estudiantes que
representaban entremeses de Cervantes. La cosa fue creciendo y ahora Guanajuato
es la capital cervantina de América. Estatuas del Quijote y Sancho, museos y el
festival. Cervantes parece más Mexicano que Manchego!
Seguimos ruta atravesando la
sierra. Pasamos de largo por Dolores Hidalgo, donde el cura Hidalgo lanzó el
“grito de independencia”. Nos contaron que la gente va más por el cantante José
Alfredo Jimenez, famoso por sus rancheras y sus parrandas (para seguir la
fiesta), que por temas históricos.
Nuestra siguiente parada fue en San
Miguel de Allende, cuna del otro héroe nacional.
Ainara, por no querer darle
una propina a unos actores de teatro que representaban una obra en el museo
regional, tuvo que aguantar que Allende (el actor, se entiende) la siguiera de
sala en sala anunciando que la obra comenzaría de nuevo. “- Por si ustedes que
llegaron tarde y sólo tomaron fotos quieren verla completa”. Como diciendo: “ustedes
que no aportaron nada”. Unas horas más tarde, fuimos a comer al mercado y allí
estaba de nuevo! Allende, que nos saludó efusivamente. Casi nos volvemos fans del
actor y del personaje.
Volvamos a San Miguel. Es una de
las ciudades más turísticas de Guanajuato y del centro de México. Goza de una
enorme publicidad desde hace más de 50 años, cuando varios expatriados gringos
y artistas comenzaron a instalarse en SMA. Ahora hay casi 15.000 residentes extranjeros
y ha sido elegida en el 2017 por una revista gringa como “la mejor ciudad del
mundo para vivir”. Nada más y nada menos, pero teniendo en cuenta que Bogotá
está también en el top 10 y lo poco que viajan los gringos…
Pues eso, que no nos pareció para
tanto. Un cuidado centro colonial, restaurantes y galerías, boutique-hotels,
decenas de inmobiliarias (y precios entre 300.000 y 3 millones de dólares, sí,
no de pesos!). Gringos sentados en los caros cafés de la plaza central y un
desfile de turistas que como nosotras han venido a pasear, entre mariachis,
mojigatas (muñecos gigantes), indígenas vendiendo sus artesanías, rebuscadores
con montañas de sombreros, diademas florales y globos para niños.
Imposible
aburrirse sentado en la escalinata de la plaza. Porque poco más hay para hacer,
en San Miguel todo se paga (al contrario que en otras ciudades con mucha agenda
cultural gratuita).
En esta ciudad todo se vende,
bien y caro, hay clientela. Aunque en cuanto te sales del centro, la vida es
barata como en la colonia donde nos acogió Luda, nuestro couch.
Para acabar nuestra ruta por el
Bajío y Guanajuato, seguimos dirección sur, recorriendo tierras planas y
muy fértiles, con enormes campos de maíz y sorgo, lagos y siluetas volcánicas
que comenzaron a aparecer. Los paisajes secos se fueron tornando cada vez más
verdes, hasta llegar a “Celaya!”.
En México hay una ciudad con
nombre vasco, como el segundo apellido de Ainara. Así es que miramos si había
couch y “bingo”.
Nos quedamos con Mario y su madre Maguito, en un conjunto
cerrado, típico residencial en las afueras de las ciudades mexicanas. Nos
invitaron a tacos, “de los de verdad, en mi pueblo, ricos y baratos. De cabeza,
lengua, oreja, chorizo. Prueben!”. Y otras delicias de los pueblos, donde
muchas mujeres abren improvisadas taquerías y fondas en los garajes. Maguito,
pensionada de la enseñanza, nos paseó en su carro. La vecina nos llevó mole de
pollo para desayunar. Nos disfrazamos de Revolucionarias en un museo virtual del cuidado centro. Que más pedir!
Platicamos, comimos, probamos un
mezcal con gusano. Nos contaron que por Celaya hay mucha industria, además de
cajeta y dulces, que varias líneas ferroviarias de carga como la Kansas City
pasan por este importante nudo geográfico, que se mueve mucho dinero por la
zona, también tierra de narcos y con robos a trenes (cada vez hay más seguridad
privada y menos inmigrantes subidos a la “bestia”). Pero que todo tranquilo
para los viajeros. Hicimos amigos en Celaya, gracias! Que de pueblo no tiene
nada: hay unos 500.000 habitantes (más que en Bilbao!).
Y así, conociendo gente linda y
lugares diferentes, llegamos a Michoacán, un estado poco turístico por su mala
fama de años violentos que han dejado huella, pero con rincones que merecen la
pena recorrer. Así que allí estuvimos a mediados de agosto, y os lo contaremos
en el siguiente episodio…
Para ilustrar la crónica:
Me encanta que los murales de Ocampo en Celaya sean la foto principal del artículo.
ResponderEliminarPlaticamos, comimos, probamos un mezcal con gusano. Nos contaron que por Celaya hay mucha industria, además de cajeta y dulces, que varias líneas ferroviarias de carga como la Kansas City pasan por este importante nudo geográfico ideandando.es/que-es-y-para-que-sirve-el-azufre-organico/
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